Antes de Cristo, la civilización egipcia se centró en la química aplicada, que la relacionaron con la religión mediante rituales de embalsamiento o momificación para ocultar así el conocimiento, que debía guardarse para los magos. Y, mediante los árabes, la alquimia llegó al continente europeo, siendo el primer alquimista el alemán Alberto Magno, quien es considerado el descubridor del arsénico y el que experimentaba con productos químicos fotosensibles.
Hay otros alquimistas que fueron muy conocidos:
- Beato mallorquín Ramón Llull: fabricó de oro para Eduardo II de Inglaterra.
- Pseudo-Geber o “Falso Geber” (s.XIV): describió los ácidos minerales más importantes: el sulfúrico y el nítrico.